La primera vez que ví a un rudeboy, o un tipo con aspecto de rudeboy, porque donde estaba no podía serlo realmente, fue en Europa, a principios de los ochenta. Tendría 16 años y vivía más o menos desde los 10 en Frankfurt, donde mi viejo era cónsul general. Con el colegio, nos llevaron a esquiar a un pueblito en Suiza. Y una noche, con mis compañeros, fuimos a un bar donde de pronto empezaron a pasar una tanda de música que no conocía. Pero cuando un tipo empilchado con sombrero, traje, pantalón un poco corto, medias blancas, salió a bailar como loco, quedé alucinado. Le pregunté al DJ por esa música y me dijo que era ska.
Ignacio Pardo Argerich alias Naco Goldfinger
Nací en 1964; crecí en los 70 y los 80 me agarraron✜con el pelo largo y mucho rock setentoso consumido. Y de repente se vino toda la new wave y pensé “¡Guau, qué bueno! ¡Se cortaron el pelo! ¡Se pusieron una corbata finita y una camisa roja!” y agradecí que la canción volviera a mutar para un lado más despojado. Tal vez fue el punk rock... Me acuerdo de un amigo DJ, de Mar del Plata, que me mostró un disco y me dejó perplejo: “Never Mind the Bollocks”, de los Sex Pistols. Eso sí que me creó la necesidad de buscar más. Claro que todos escuchábamos lo más popular de esa época, lo que nos llegó más rápido: el reggae blanco y pop de The Police. Entonces uno de ellos salía en un video con una remera de The Beat y te preguntabas qué era eso y así pasabas de una cosa a la otra. Y enseguida, por 1983, cayó en mis manos el primer disco de The Selecter. No me acuerdo si lo compré en una galería de la calle Corrientes, cerca del Obelisco, pero creo que después de mirar un vinilo de Nick Lowe apareció esta tapa con el tipo rajeado, sufriendo... Yo estaba terminando el secundario, los Cadillacs no existían ni remotamente y tenía procesado cierto sonido de reggae por Marley y Police, pero cuando escuché Selecter dije “¡Esto quiero yo!”. Es gracioso cómo uno entiende un nuevo sonido: en ese momento, por ejemplo, mi interpretación naive fue que el ska era reggae en 45 revoluciones...
Después de vivir y hacer parte del secundario en Alemania volví a
Naco Goldfinger
Flavio Cianciarullo
Yo era fanático de Sumo. Nunca volví a ver un grupo argentino que me pusiera la piel de gallina como esa base de reggae, ese humo... Luca sabía de qué iba. Lógico: cuando vivía en Inglaterra, mientras acá recibíamos un disco por mes, él veía bandas todas las noches. Una vez en
Naco Goldfinger
Frente a todo: elegante y marginal. Con Luciano Jr y Naco, personajes esenciales, vivimos juntos toda esa revolución interna. Nos sentíamos muy cerca del punk y escuchábamos The Clash y The Jam, pero teníamos otra actitud: decíamos “sí, el mundo es una mierda, pero vamos a vestirnos bien y a salir”. De hecho me acuerdo, por ejemplo, que estuvimos los tres, de traje, entre medio de los pocos punks en el debut de Todos Tus Muertos. Al fin y al cabo éramos chicos de clase media con un buen pasar, sin lujos ni privaciones; sería falso no admitirlo. Pero estábamos desorientados, sin saber qué hacer de la vida.
Flavio Cianciarullo
Enseguida nos identificamos con los rude boys. Escuchábamos ska todo el día, estábamos en la calle, nos peleábamos. Eramos más que nada un grupo de amigos al que le gustaba salir a patear tachos. Caíamos en los boliches con los discos de ska bajo el brazo. ¡Nunca ganábamos nada! Imaginate: en esa época empezaba la onda Siouxie and the Banshees, Echo and the Bunnymen, bien dark. ¡Las minas nos miraban como a unos marcianos!Fire era uno de esos lugares adonde llevábamos los vinilos. Los DJ, el Chaqueño y Carlos Alfonsín, nos ponían dos o tres temas y nosotros bailábamos. Antes pasábamos por
Naco Goldfinger
Fire, en una esquina frente a la cancha de River, funcionó entre 1985 y 1988, más o menos; no recuerdo bien las fechas. Ahí iban los Cadillacs, antes de grabar; Los Casanovas... Así que, aunque era un lugar más bien new wave y medio dark y aunque no soy fanático del ska, pasaba una tanda de cinco o seis temas de Madness y Bad Manners, y también algo de rockabilly, porque veía grupitos de pibes de esas tendencias y porque me lo pedían.
La cabina de DJ daba a la calle. Y recuerdo ver, desde ahí, a los Cadillacs llegar una noche en un Volkswagen escarabajo descapotable, todos con sus sombreros... ¡Unos personajes! En Fire, que era del dueño de la revista 13/20, sentí que se estaban gestando varias movidas. Ahí tocaron, por ejemplo, Sumo y también Soda. Por la ubicación, era un boliche con público de clase media para arriba, del Centro, de Belgrano, de Devoto... No venía gente de otro lado. Me acuerdo, de hecho, que había muchos chicos del Liceo Francés, que escuchaban The Cure, Bauhaus, pero también venían Charly García, Daniel Melingo, Luca, Divina Gloria...
Después trabajé en Punta del Este y me fui a Brasil. Pero volví a Buenos Aires y me propusieron laburar en una disco nueva, sobre Libertador: Freedom. Freedom fue más dark todavía y ahí ya no puse nada de ska, pero los rude boy venían igual. Si me copaba ponía dos o tres reggaes, pero más que nada para los amigos. Por ahí andaba Guillermo Bonetto y el Bahiano trabajó un tiempo como relaciones públicas. Y los Cadillacs llegaron a tocar aunque no recuerdo nada del show, salvo que el manager era Poppy Manzanedo.
Investigaba mucho. Algunos discos los compraba yo (a veces al Ruso Verea, que en ese tiempo se dedicaba a vender vinilos), otros me los traían pibes melómanos. Y eventualmente, en 1990, abrí mi propia disquería, en la galería Churba, de Cabildo y Juramento: Downtown, que tenía todo tipo de música y un sector especial de reggae. Por ahí pasaron todos los personajes del ska que podés llegar a conocer. Cuando la galería cerró, nos mudamos a la calle Ciudad de
Miguel Chaqueño Lalli
Naco Goldfinger
En esa época, detectabas a un tipo con una remera de Madness a una cuadra y cruzabas la calle corriendo para ver quién era. De la misma forma, también sabíamos que en alguna situación se hablaba de nosotros, que en ese momento nos considerábamos rude boys a ultranza. Con los primeros Cadillacs ya en la sala de ensayo, un día fuimos con Naco y Luciano, vestidos casi de postal, hasta Vicente López para ver una banda de punk rock que parecía ser filo ska: Día D, integrada por Sergio Rotman, Gigio, Basano, Martín Aloé, Ricciardi; básicamente lo que luego sería Cienfuegos. Hicieron medio set y en el intermedio, según me contó Rotman mucho después, los músicos comentaban en el camarín: “¿Vieron a esos tres chabones?”. El set de Día D era básicamente de punk rock “inteligente”, como diría hoy, con uno o dos ska clasheros, como “Domingo rojo”, que alguna vez quise hacer con los Cadillacs.
Flavio Cianciarullo
Pronto mas anecdotas y una entrevista de como se hizo el libro al autor
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